El padre Luis Quinn… un legado imborrable
Por José Manuel Arias
Se cumplieron ayer 11 de octubre 18 años de la partida física del padre Luis José Quinn Cassidy, un acontecimiento que llenó literalmente de luto y de dolor a toda la provincia de San José de Ocoa y a gran parte del país y del exterior; se trató de un acontecimiento verdaderamente lúgubre. La noticia corrió como pólvora y ya el llanto colectivo se hizo incontrolable… no era para menos, Ocoa veía partir del mundo terrenal al timonel de su desarrollo comunitario.
El padre Luis, un año después de ser ordenado sacerdote, en 1953, inició un largo peregrinaje en sus funciones sacerdotales, siendo enviado a Santo Domingo, pasando 6 meses en la parroquia de Haina; un año en la parroquia Nuestra Señora de Regla de Baní e igual período en Yamasá (Monte Plata). En estos trajines transcurren tres (3) años al cabo de los cuales regresó a Canadá, en donde se dedicó a estudiar cooperativismo, estudios que realizó durante un año y cuyos resultados pondría en práctica más adelante.
Concluidos dichos estudios de cooperativismo regresaron a Santo Domingo de donde vino a San José de Ocoa, permaneciendo aquí un año, pasando luego a la comunidad de Guerra donde permaneció varios meses, al igual que en Hato Mayor, regresando a Baní por segunda ocasión e igualmente por segunda ocasión regresó a Ocoa, pasando desde aquí al municipio de Padre Las Casas (Azua), comunidad a la que arribó el día 5 de julio de1960.
Su presencia en la comunidad sureña de Padre Las Casas se prolongaría por alrededor de cuatro años y medio, regresando a San José de Ocoa, pero esta vez de manera definitiva, lo que se produjo el jueves 26 de agosto de 1965. A partir de entonces se empezaría a escribir una hermosa historia de amor, de sacrificio y de entrega que no conoció límites jamás… entregó por su pueblo alma, vida y corazón, en el sentido más literal de la palabra.
Basta aquí con decir que su llegada a San José de Ocoa se puede catalogar como una verdadera bendición del Señor, un regalo del Todopoderoso, y es que tan pronto llega, inicia una fructífera labor social a través de la Asociación para el Desarrollo de San José de Ocoa (ADESJO), institución de la que se convierte más que en director ejecutivo en bujía inspiradora y en timonel, luchando por el desarrollo de esta comunidad a la que entregó todas sus fuerzas, sus sueños y sus anhelos, cumpliendo coherentemente con su enunciado, que en él fue una praxis, de que la vida sea buena, abundante y para siempre.
Dueño de una obra sin parangón en San José de Ocoa, sin duda ejemplar y sumamente importante. El padre Quinn nos enseñó que sólo a través de la educación y del trabajo nuestro pueblo puede seguir adelante e hizo posible el que creamos en nuestro porvenir.
Se trató de una obra construida a lo largo de 42 años ininterrumpidos, lo que explica que al saberse de la noticia de su muerte física los corazones resultaran literalmente invadidos por el dolor; eso explica que las calles de Ocoa se convirtieran en un verdadero mar humano en manifestaciones espontáneas de llanto y de dolor.
Es que, ese jueves 11 de octubre de 2007, tras una larga operación de corazón abierto en el Estado de La Florida, falleció a los 79 años de edad, dejando enlutado y con el alma literalmente hecha pedazos a todo un pueblo, el que en una demostración contundente de cariño desfiló en masa junto a su cuerpo exánime hasta darle cristiana sepultura el viernes 19 del mismo mes y año, produciéndose el más concurrido funeral jamás presenciado por nuestra gente en toda su historia.
Él, que supo superar cada una de las difíciles pruebas que la vida le deparó se marchó de este mundo terrenal y aunque ya no lo tenemos físicamente entre nosotros, sus recuerdos nos invaden y permanecerán imborrables en nuestros corazones.
Ante su figura cobraron y cobran fuerza las expresiones del Bertolt Brecht (escritor y pensador alemán), cuando expresó que: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles”. Igual cobran fuerza en Luis los versos del poeta Manuel del Cabral, al destacar que: “Hay muertos que van subiendo cuanto más su ataúd baja”.
Por eso hoy, a 18 años de su partida física, seguimos no sólo recordándolo, sino y, sobre todo, teniéndolo como lo que siempre fue, referente por excelencia del amor, la entrega y la dedicación al bienestar y a la mejoría de nuestra gente… su legado, definitivamente, perdurará de manera imborrable en nuestros corazones y en el todos los que conocieron su obra ciclópea. Sus restos mortales yacen en el templo de la parroquia San José de su Iglesia Católica, en San José de Ocoa.
El autor es ocoeño y egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).



